Fotos: Cortesía Castillo Chenonceau
Esos castillos de amplios salones y jardines exuberantes, adornados con el mobiliario más elegante de la época y que sin lugar a dudas son el arquetipo del “castillo de cuento de hadas” que habita en nuestra memorias de infancia.
Para aquellos que no vivimos en Europa, es usual pensar que esos castillos no son más que la construcción idílica se nuestras fantasía, y que tales edificaciones no existen más que en ese mundo onírico por el cual alguna vez todos transitamos. Sin embargo, y para fortuna de todos nosotros, varios de esos castillos no solo existen en nuestras fantasías y son más reales, tangibles y hermosos de lo que creemos.
Tal es el caso del famoso Castillo Chenonceau, ubicado en el Valle de Loire, Francia, un auténtico castillo de cuento de hadas que hoy en día es un referente no solo por sus belleza arquitectónica sino por su extraordinaria historia y por ser la sede de extraordinarias experiencias enológicas y gastronómicas capaces de conquistar a cualquier viajero.
El Valle de la Loire, ubicado en el centro de Francia es conocido por agrupar a un conjunto de Castillos situados en el curso medio y bajo del río Loire, territorio que fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en el año 2000. El 9 de julio del 2017, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, incluyó al Castillo de Chenonceau y su entorno bajo su legado.
Es ahí donde se encuentra el Castillo de Chenonceau, situado en el río Cher que forma parte de la comuna francesa de Chenonceaux en el departamento de Indre y Loira.
En la historia de Francia es conocido como el “Castillo de las Damas” debido a la estrecha vinculación con las Damas de la Corte de Francia que históricamente se le atribuyeron. La Duquesa Diana de Poitiers y la Noble Catalina de Médicis, entre otras, influyeron en su estilo y en su destino sin la mirada vigilante de sus consortes. El Castillo fue construido en 1513 por la Noble Francesa Katherine Briçonnet, embellecido sucesivamente por la Duquesa Diane de Poitiers y por la Noble Italiana Catherine de Médicis y salvado del rigor de la revolución por la Señora Louise Dupin, una gran dama de la alta sociedad francesa que convirtió algunos de sus más lujosos hogares en salones intelectuales en los que se dieron cita filósofos, políticos, artistas y científicos.